Madre quiero ser libre
Las princesas guerreras están en todos sitios, y su lucha la desarrollan en los campos más variados. Aquí tenemos la historia de dos princesas que han demostrado que querer es poder, que cuando se lucha por alcanzar una meta, no importa lo grandes que sean las piedras que aparezcan en el camino, porque hay que seguir, y seguir y siempre seguir.
Si a esta voluntad inquebrantable le unimos el inmenso amor de una madre, el resultado es simplemente VIDA. El resultado es que hoy, Ana López Jiménez, a sus 24 años, es una brillante licenciada en Bellas Artes que acaba de clausurar su segunda exposición de pintura, exitosa, original, y sobre todo personal.
Esta historia de Ana, de las “Anas”, tendría todo el mérito que tiene cualquiera de las muchas que todos los días vemos, de jóvenes que con su esfuerzo y el de sus familias han conseguido terminar sus estudios y comenzar carreras profesionales, hasta brillantes. Pero en este caso, nuestras “Anas” son princesas guerreras, porque ellas han tenido que luchar en muchas batallas, a las que la mayoría no nos tenemos que enfrentar.
“Todo empezó cuando noté que mi hija era diferente, que su centro de atención era distinto. La primera batalla fue dentro del hogar, hacer ver a la familia, al papá de Ana, que ella veía otras cosas. Ahí fue cuando descubrieron que Ana tenía Síndrome de Asperger”.
Ana sólo quería ser libre, y Ana madre no vio el fin del mundo, sino una guerra diferente a la del resto de padres que librar, y así la niña que era un fracaso escolar, descubrió lo que realmente le apasionaba y sus notas subieron como la espuma. Entró en Bellas Artes, sin hacer uso de “las cuotas”. Ana está empezando a ser libre.
Sed como Ana madre, y nunca permitáis que el mundo os ponga límites… y recordad que diferente no significa ni mejor, ni peor… sólo de otra manera.
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