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Todas las leyendas de Halloween coinciden en algo: el protagonismo de las calabazas como referencia a un tal Jack. Su historia viene de los celtas irlandeses, que junto con la Iglesia catolizaron la fiesta celta del Samhaín, el Halloween original.

Jack era un irlandés con fama de borracho que un día tuvo la mala suerte de encontrarse con el diablo en una taberna. Cuando se quedó sin dinero, le propuso que le invitara a seguir bebiendo a cambio de su alma. El diablo aceptó y se convirtió en una moneda de oro para cerrar el trato, pero Jack, un experimentado tacaño, pensó rápido y la metió en un monedero que tenía una cruz grabada, de manera que el diablo no podía salir. Le obligó a prometer que nunca le pediría su alma, y éste no tuvo más remedio que aceptar.

Jack murió unos años más tarde, pero San Pedro le cerró las puertas del cielo por sus pecados, y cuando se dirigió al infierno, el diablo le envió de vuelta, ya que estaba obligado a cumplir sus promesas. Jack le preguntó qué hacer, y el diablo le dijo: «vuelve por donde has venido». Aterrado por no encontrar el camino entre tanta oscuridad y viento en la noche, pidió luz al demonio, que le arrojó un carbón encendido. Jack talló una calabaza que llevaba entre sus últimas provisiones y puso el carbón encendido dentro para que no se apagara. Desde entonces vaga por la eternidad buscando el camino de vuelta…

 

arquehistoria.com

 

El origen celta de Halloween

 

Halloween tiene muchas similitudes con el Samhaín celta, una fiesta con más de 3 milenios de historia. Esta fecha iniciaba la temporada de los meses oscuros y coincidía, como sigue pasando hoy, con el fin de la cosecha. Los celtas tenían un entendimiento agrario del calendario, y el año nuevo para ellos entraba la noche del 31 de octubre, cuando su dios de la naturaleza había muerto. Simbólicamente, el dios nace en Yule (diciembre), es un niño en Imbolc (febrero), un adolescente en Ostara (marzo) y finalmente un adulto en Beltane (mayo). Litha (junio) marca el punto máximo de su poder, y Lughnasadh (agosto) es el momento en que cuida las cosechas y los animales mientras se hace consciente de su mortalidad. Mabón (septiembre) lo encontrará preparándose para su muerte, que ocurrirá en Samhain, el 31 de octubre.

Era una costumbre antiquísima emplear el excedente de la cosecha otoñal en la oportunidad de poder comunicarse con los muertos. Se usaban productos que se siguen viendo en Galicia y las islas británicas hoy en día: castañas, boniatos, nabos… y calabaza. Posteriormente, los irlandeses le dieron un protagonismo especial a esta hortaliza y cambiaron el nombre de Samhaín a «All Hallows Eve» (la noche de todos los muertos) que luego derivó en «Halloween».

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