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A su llegada a Málaga, los Reyes Católicos establecieron los lugares de trabajo de cada gremio, agrupándolos en diferentes calles. Te contamos el origen del nombre de alguna de estas vías:

CALLE VENDEJA

El motor de la economía malagueña

La calle Vendeja es una de las zonas que mejor guarda el peso de la historia. Su nombre hace referencia al periodo en el que el puerto de la ciudad recibía cientos barcos de distintas nacionalidades (especialmente de los países del Norte) dispuestos a comprar productos del campo malagueño, como aguardiente, pasas, limones, almendras e higos para exportarlos. También era la zona donde se almacenaba el material que se importaba de esos mismos barcos como maderas del norte, bacalao o cerámicas.

 

La cercanía de esta calle al puerto propició que un gran número de personas se concentraran allí para ejercer tales labores. La industrialización provocó un descenso en la exportación y la desaparición de la vendeja.

 

CALLE OLLERÍAS

Un barrizal que surtía a los alfareros

Toma el nombre de las antiguas ollerías que se ubicaron en la calle. Aún faltaba mucho para que las acequias estuvieran asfaltadas y el terreno de esta zona era muy propicio para la extracción de tierra húmeda. Los alfareros ubicados en esta calle se encargaban de la fabricación de utensilios de barro para la cocina. Los árabes ya eligieron esta zona en los siglos XVI y XVII para situar sus alfarerías dada la cercanía de materiales arcillosos.

 

CALLE ESPECERÍAS

La calle de los mercaderes

A los mercaderes les tocaría la actual calle Especerías. Un tramo cercano a la Plaza de la Constitución en el que se vendían especias, droguería y hasta productos procedentes de Europa y de las regiones colonizadas. Otro de los gremios frecuentes en esta vía eran los ‘mercaderes de vara’, la unidad de medida empleada en aquel entonces.

 

CALLE CAMAS

 La calle que abrió la ciudad al turismo

 

A partir del siglo XVIII, Málaga comienza a aprovechar el vaivén de mercaderes, forasteros y gentes de pueblo, que tras largas jornadas de viaje decidían descansar en la capital. Precisamente la calle Camas, una de las más antiguas de la ciudad, debe su nombre a las múltiples posadas y mesones que se ubicaron en la misma. Estos establecimientos solían alquilar sus camas a viajeros y, al mismo tiempo, ofrecían alojamiento a las mascotas.

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