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Conoce la vida del poeta y diplomático precursor de la generación del 98, que cumple 120 años y tanto dio a la literatura española.

Ganivet fue desde muy joven un formidable estudiante de letras en la Universidad de Granada. Mientras vivía en su ciudad natal estudió simultáneamente las carreras de Derecho y Filosofía y Letras. Dos años antes de acabarlas se mudó a Madrid a terminar sus titulaciones mientras se preparaba las oposiciones para ser bibliotecario. En esos años conocería a Miguel de Unamuno, con quien entabla amistad al prepararse la cátedra a profesor de griego, que finalmente no consiguió. El granadino orienta entonces su carrera a su titulación de Derecho y empieza a adquirir formación para el mundo político, que le llevaría lejos de su querida Granada, de la que no dejaría de escribir.

Con 24 años conoce a su primera pareja, Amalia Roldán, con quien tendría dos hijos. Poco después de nacer el segundo fue designado para trabajar en consulados de países extranjeros, como Bélgica, Finlandia y Suecia. Empezó a aprender idiomas del este, a tocar el piano y a escribir poesía. Cuando conoce a su profesora de idiomas comienza su época de locura y producción artística. Se enamora profundamente de ella pero no es correspondido, y comienza una etapa en la que se ve escribiendo poesía sin saber cómo ni por qué. Lo hace en español, francés y en los idiomas nórdicos que aprende con Mascha Diakovsky, en los que se desenvolvía lo suficiente para hacer poesía y dedicarle un poemario. Además de caer enamorado sin remedio, entre las preocupaciones de Ganivet figuraron el conflicto del país y las últimas colonias perdidas, y empieza a escribir mucho sobre el pasado y el porvenir de España y de Granada. Deprimido por estar lejos de su casa y no sentir el amor correspondido de Mascha, muere a los 32 años, dejando su legado una influencia enorme para la generación de poetas del 98, que surgió de la profunda crisis moral y social de la España del siglo XX que vivieron Azorín, Antonio Machado, Pío Baroja, Valle-Inclán… quienes encontraron un espejo donde mirarse en Ángel Ganivet.

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