Se abre el telón
Referente es el teatro Isabel La Católica en toda Granada. Y no sólo eso, sino que en la historia de su creación tiene una peripecia que bien podría ser representada en una obra teatral.
Cuentan que un antiguo abonado tuvo un enfrentamiento directo con la empresa del teatro Cervantes, ya que ésta no le había reservado el palco que ya había usado en anteriores ocasiones para esa última temporada. Enfadado ante tal desaire, y llevándolo a extremos poco vistos, decidió construir su propio teatro en la Plaza los Campos.
Abrió sus puertas al público en 1863
En un principio, la intención era que el uso fuese exclusivo para sus propios invitados, pero una vez acabado el edificio, sus dimensiones excedían las de cualquier teatro privado. Fue a la propia Isabel II a quien se le pidió permiso el 14 de julio de 1863, ofreciéndole poner el nombre de ‘Isabel la Católica’, consiguiendo que accediera con la intención de atraer un público mayoritario ya que las clases más desfavorecidas podrían disfrutar del teatro debido a sus precios más asequibles. Un público que tendría en cuenta la moralidad popular y apreciaría los desgastados valores de la monarquía.
El teatro abrió sus puertas al público en octubre de 1863, y con ello un nuevo problema, y es que la prensa no fue invitada a la inauguración. Se quejaban de no haber podido informar a sus lectores de semejante acontecimiento y que tenían que publicar todo de oídas, como el lleno absoluto que hubo, el recital de poesías o el que nunca cesaron los aplausos. Cuando por fin fueron invitados, comentaron que el trabajo de los actores había sido muy inferior a lo que esperaban, pero que el interior del teatro deslumbraba. Crítica y público se oponían por primera vez en aquel lugar.
Desde ese momento, muchas reformas e innumerables representaciones. Lo que no ha cambiado, es la magia de sentarte en una de sus butacas aterciopeladas y presenciar cualquiera de sus funciones teatrales.
Marcos Julián – Director y profesor de la Escuela de Artes Escénicas La Seducción