Piononos por el mundo

La tradición del pionono de Santa Fe se remonta a 1897, cuando es elaborado en la pastelería de Ceferino Isla, un hombre que sentía tal devoción por el Papa Pío IX que se propuso hacer un dulce cuya apariencia y nombre recordaran a él. Así le dio forma bajita y rechoncha al bizcocho, y le añadió crema tostada a la parte superior, en imagen al solideo que cubre la cabeza del Papa.

Encontramos versiones de todotipo

Desde entonces, el pionono ha perdurado como uno de los postres más destacados en la repostería, y quizá su longevidad sea el motivo por el que hoy encontramos versiones de todo tipo. La base de bizcocho humedecido se mantiene, pero el relleno varía según donde se deguste. Hablamos de Colombia, por ejemplo, donde un pionono con dulce de leche y polvo de coco es uno de los maridajes a un buen café. En Perú rellenan el bizcocho con Manjar Blanco, una crema de canela y limón. También es habitual el pionono como almuerzo en Argentina, estos rellenos de jamón o atún, lechuga, queso, mayonesa, aceitunas y servidos como un brazo de gitano salado. La versión más exótica podemos encontrarla en Costa Rica, donde se sirve relleno de plátano frito y carne picada.

Aunque el significado histórico más importante del pionono ha permanecido en la receta de Santa Fe ya desde los tiempos del rey Alfonso XIII, quien quedó tan fascinado al probarlo que nombró proveedora oficial a la Casa Isla, motivo por el que luce la corona en su escudo. Más de un siglo después, este postre granadino sigue haciendo las delicias de reyes y no tan reyes de todo el mundo.

M.A Barón